Me impresionó el relato que hace el escritor sueco Henning Mankell de su secuestro por soldados israelíes en aguas internacionales, durante su viaje en la flotilla rumbo a Gaza.
Ya prisionero y en tierra se le acerca un funcionario de gobierno para impedir que lo traten demasiado brusco. Mal que mal es un escritor bastante conocido en Israel. Le pregunta si necesita algo:
“La libertad, la mía y la de los demás”, responde Mankell con dignidad.
Eso me hizo recordar a Jacques Zylberberg, un profesor que enseñaba en la Universidad de Concepción.
Fue detenido en la isla Quiriquina* después del golpe militar, junto a muchos otros profesores y estudiantes. Un oficial de la marina, de esos que se pintaron la cara de negro el 11 de septiembre, al enterarse de que era belga, le hizo exactamente la misma pregunta.
“Sólo una cosa -respondió-, que le devuelvan inmediatamente el poder a los civiles”.
Zylberberg murió el pasado 28 de febrero a la edad de 70 años en Canadá.
Pidió que a su muerte no hubiera ningún rito religioso.
Pero seguro que a este profesor amigo, que se describía como un militante humanista, le habría gustado que le citaran a Paul Eluard, de quién muchas veces nos habló.
Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte
Libertad
9 de junio de 2010
*Isla que fue campo de presos políticos durante meses, después del golpe militar.
miércoles, 9 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Comparto el reconocimiento al Profesor Zylberberg, lamentando que no se le haya hecho un merecido reconocimiento académico por parte del Departamento de Sociología de la Universidad de Concepción.
ResponderEliminarMiguel Aigneren
Si, de todas maneras
ResponderEliminar