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lunes, 13 de septiembre de 2010

QUIDAM NO ES NADA COMPARADO CON LA CONCERTACIÓN

Septiembre es el mes de los circos. Carpas multicolores alegran por doquier grises sitios eriazos en los barrios sencillos de mi país. Los más felices son los niños, pensando en los algodones azucarados, en los estrafalarios payasos y en los acróbatas.
Sin embargo, tengo la impresión que los circos estarán opacados por el espectáculo ininterrumpido que nos ofrecen estos días los funámbulos de la Concertación.
¡Que capacidad para saltar en el aire y darse vuelta la chaqueta!.¡Que habilidad la de estos saltimbanquis al hacer tres vueltas de carnero, caer de pie y saludar mostrando sonrisas dentífricas!.
Famosa es ya la rutina denominada “No me gustan las termoeléctricas a carbón”.
Equilibristas de todas las carpas políticas reniegan hoy de ellas, cuando en sus cuatro gobiernos las permitían, incluso a menos de 500 metros de un hospital en Coronel, haciendo a decenas de seres humanos oxigeno dependientes de por vida.
Novedoso es también el número “No a la ley antiterrorista para los comuneros mapuches”.
Realmente impresionan estos contorsionistas de goma, haciendo mariguanzas frente al país para justificar lo imposible: que ayer la invocaran con premura y hoy la rechacen con impudor.
Qué lástima que el Cirque du Soleil se haya ido a mediados de agosto, después de maravillarnos con su espectáculo Quídam. Se `perdieron la oportunidad de llevarse a los mejores malabaristas de todos los tiempos que haya producido el país: los políticos de la Concertación.
La diferencia está en que Quídam sorprendía con sus bellas artes acrobáticas de alto calibre acompañadas de una música inspiradora, mientras que el circo concertacionista llega a dar vergüenza ajena.
13 de septiembre de 2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

PASAR AGOSTO NO GARANTIZA NADA

Pasé agosto*, pero aún no puedo cantar victoria. Ni siquiera poner un aviso en el diario, de esos que comienzan con “Gracias Espíritu Santo por favor concedido…”.
Arrastro una gripe de esas duras que vienen no sólo con escalofríos y fiebre sino también con dolores de huesos y muelas.
La señora que viene dos veces a la semana a ordenar el despelote doméstico me mira con conmiseración, mientras escucha mi tos pertinaz y los resoplidos de una nariz tapada, que empaña la pantalla del computador. “Póngase unas ramitas de ruda en la planta de los pies”, propone, con la sabiduría en medicina natural, que cada chilena lleva en sí.
¿Dentro o fuera del calcetín?, le refuto para ganar tiempo y para que no se le vaya a ocurrir otro consejo similar. Una vez leí que la ruda era antiespasmódica.
Veo todo negro, mientras me encamino una vez más a la farmacia colusionada** de la esquina, con la esperanza de encontrar algo que me alivie.
En el camino converso con don José, nuestro zapatero remendón, quién para subirme el ánimo, me comenta. “La mayoría se relaja porque pasó agosto, cuando zas, el chancacazo*** les llega en septiembre”.
El farmacéutico, que en las últimas semanas ya me trata como cliente frecuente, se sonríe sin disimulo, mientras me ofrece los últimos remedios suizos, que acaban de llegar.
Estas líneas, por razones obvias, serán más cortas de lo habitual. Espero escribir de nuevo esta semana.
6 de septiembre de 2010
*Pasar agosto, ironía que significa resistir el mes más frío del año, con lluvias y cambios de temperaturas constantes.
**Práctica de las cadenas de farmacias de ponerse de acuerdo en subir los precios concertadamente para aumentar las ganancias a costa de los enfermos.
*** En Chile, golpe fuerte y seco, como si te lanzaran un paquete de chancaca en la cabeza.