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jueves, 18 de octubre de 2012

"SURAZO", UN VIENTO DE DIGNIDAD

(Ricardo Torres Ramírez, periodista penquista, dirigente sindical, detenido después del golpe por reclamar la libertad de sus colegas presos. Prisionero durante meses en Chacabuco. Fallece el año 2004. Foto de Jo Schwartz).
En octubre de 1972, hace la friolera de 40 años, nos tomamos el Diario El Sur de Concepción, en medio de la huelga nacional que habían iniciado los empresarios para derrotar al Gobierno de Allende, elegido democráticamente por los chilenos.
El periódico, acérrimo opositor al gobierno, había publicado por lo menos seis avisos llamando a paralizar el comercio, a apoyar a la huelga de los camioneros, sumándose así a la sedición en marcha. Paralelamente se oponía a publicar noticias, ni siquiera publicidad pagada, que diera cuenta del apoyo de los sindicatos y de las organizaciones sociales al gobierno de la Unidad Popular. El Sur era un medio de comunicación, al servicio del golpe  en ciernes y trataba desesperadamente de invisibilizar al gran movimiento social progresista.
Poco ha cambiado desde entonces, el rol de la prensa frente a los movimientos sociales de hoy y sus demandas. Sigue en mano de los empresarios, para los cuales la libertad de expresión no significa nada.
Durante la toma,  periodistas y trabajadores editamos “Surazo”, el que remplazó a los dos diarios de la empresa y que en pocos días se ganó el apoyo y el respeto de todas las organizaciones sociales de la provincia. Más aún,  lo convirtieron en su vocero.
Fue una experiencia de comunicación ciudadana, donde no eran los periodistas quienes interpretaban la realidad, sino que Surazo abrió sus páginas a los trabajadores y a sus organizaciones, los que hacía llegar sus crónicas por centenas.
Al término del paro de los empresarios, que muy a su pesar no logró entonces derrocar al gobierno, el periódico fue restituido a sus dueños y nosotros, los trabajadores del diario fuimos despedidos.
Mucho  después de estos hechos,  me encontré con un suplementero de Concepción, un hombre sencillo y honesto, quién me reconoció a pesar de los años pasados y me abrazó emocionado.
“Yo repartía Surazo en las calles", me dijo. "Era nuestro diario, era el diario que la gente quería, que despertó un cariño, que nunca ninguno otro logró”.
Once meses más tarde de esta historia, llegó el golpe. Los que participamos en hacer el Surazo terminamos presos, relegados, exiliados, otros cesantes y perseguidos. Sin embargo, todos demostramos una altivez y una decencia increíble. La vida nos envió por distintos caminos, pero el recuerdo de octubre del 72 es más grande y cuando nos encontramos nos abrazamos con fuerza y nos miramos a los ojos, sin ninguna turbación.
Muy distinto a los otros periodistas, algunos de los cuales salieron el 11 de septiembre vestidos de militar a perseguir por Concepción a partidarios del gobierno de Allende. Otros, salvo honrosas excepciones, empezaron sin rubor a trabajar en diarios intervenidos, en radios del ejército y sobre todo empezaron a mirar para el lado para no querer ver los horrores que la gente vivía bajo la dictadura militar.
Esos, cuando me los encuentro, no me abrazan y nunca me miran a los ojos. Por algo será.
18 de octubre de 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

¿COMO ESPANTAR CANDIDATOS?


¿Cómo deshacerse de los candidatos a concejales, que pululan por las calles haciendo puerta a puerta?. Es el problema que me aqueja desde hace una semana.
Ya son dos los que ha timbrado con insistencia en mi casa, con la decisión de hacer conmigo “marketing directo”. No quiero ser radical y azuzar a la Canela y a la Caoba, las dos perras de la casa y seguir así el ejemplo del quiltro aliancista que mordió a la candidata por Providencia, Josefa Errázuriz, mientras realizaba un puerta a puerta.
Confieso, eso sí, que una de las candidatas estaba muy bien preparada. Al acercarme a la reja del antejardín dio un par de pasos atrás para no aparecer invasiva ni menos aún de que yo pensara que quería entrar en mi casa.
Cuando vio un cierto fastidio en mi cara, dijo algo así: “Me doy cuenta de que está ocupado y lo he interrumpido. Por favor, no se preocupe yo también trabajo mucho en casa. Aquí tiene mi volante, me encantaría que lo leyera cuando tenga tiempo. Estoy solicitando votos para ser concejala. Quizás puedo volver más tarde”.
Me quede desarmado y con un panfleto a todo color en la mano. Lo que es peor sólo pude balbucear. “Si, por supuesto, no hay problemas”.
Todas mis geniales argucias para espantar “Testigos de Jehová” no funcionarían con candidatos tan preparados como ella. No tengo nada contra los testigos, al contrario, los admiro, por no renunciar a sus creencias, lo que hizo que miles fueran asesinados bajo el nacional socialismo
Pero que son fastidiosos y duros de matar es la pura verdad. Nada los aleja por mucho tiempo. Una de mis tácticas favoritas, cuando los veo aparecer, es acercarme a ellos sonriendo y espetarles un sonoro “Salâm alaik”, el saludo musulmán, que en castellano significaría algo así como “La paz esté sobre ti”.
Con eso logro confundirlos y a veces no aparecen por la casa, por lo menos un par de meses. He pensado agregarle un turbante a mi cabeza y un Corán en la mano derecha, para lograr un mayor efecto.
Pero en estricto rigor los testigos siempre vuelven y con renovados bríos.
“Buenos días, ha notado que en estos tiempos la droga nos acorrala, incluso captura a nuestros hijos, entra a nuestras casas y destruyen a las familias. Sabía usted que en la Biblia, Dios nos habla de todo eso. ¿Qué piensa usted?”.
“Que hay que legalizarla”, respondo con prontitud. “Así le echamos a perder el negocio lucrativo al narcotráfico y de paso acabamos con un foco importante de corrupción que alcanza a todo tipo de autoridades.”
“Además, al ser legal tendríamos drogas con controles de calidad –remacho- y no las porquerías que andan vendiendo en las poblaciones”.
Se van medio desconcertados, pero mi tranquilidad será pasajera. De nuevo en algunas semanas Dios me enviará sus mensajeros, uno enfundado en un traje correcto con camisa blanca y corbata; acompañado de una niña linda, sin nada de maquillaje y una falda larga que oculta sus rodillas por completo.
15 de octubre de 2012