La cadena de errores no se detiene en Fukushima. En los últimos días comenzaron a contaminar el océano Pacífico, lo que se suma al peligro aún existente de la fusión total de los reactores 2 y 3 y a la radiactividad atmosférica.
La radiactividad afectará los ecosistemas marinos, con efectos difíciles de evaluar, ya que no existen precedentes de este tipo de vertidos al mar. La extensión de la contaminación dependerá de las corrientes marinas en la zona y probablemente alcance cientos de kilómetros cuadrados. Hay que añadir el hecho de que los peces se desplazan, lo que extenderá la radiactividad mucho más allá de la zona del vertido inicial.
La contaminación del Pacífico y de los bancos pesqueros de la zona introduce una nueva variable en la tragedia de Fukushima. Ya está claro que no será posible el consumo del pescado procedente de Japón. La contaminación obligará a una veda de la pesca en la zona por tiempo indefinido. Incluso, cuando en el futuro la radiactividad haya disminuido, será necesario controlar por años el pescado capturado para ver si es apto para el consumo humano.
La catástrofe tiene una cara doble: afecta la economía pesquera no sólo del Japón, sino de otros países que explotan los bancos de peces de la zona y, por otro, infringe un daño aún desconocido a los ecosistemas marinos.
Los expertos coinciden en que no se puede calcular el efecto del agua radiactiva vertida al Pacífico hasta no tener datos exactos. No obstante, está claro que los isótopos llegarán a la cadena alimentaria. Su dimensión no se conoce aún, pues los datos de TEPCO y del Gobierno japonés son contradictorios y, en parte, escasos.
Lo que sí reconocen es que 11.500 toneladas de agua radiactiva fueron lanzada voluntariamente al océano Pacífico, a las que se suma el vertido accidental, por más de dos días, a razón de 7.000 mil litros por hora procedentes del reactor número 2. O sea unas 400 toneladas más.
El agua vertida voluntariamente viene del intento de enfriamiento de los reactores y está contaminada con yodo, que emitirá radiactividad durante unos 160 días, y por cesio, que será radio tóxico por más de 100 años. Según mediciones de TEPCO, el nivel de yodo radiactivo en el agua de mar llegó a superar 7,5 millones de veces el límite legalmente permitido. Con partículas de estroncio y plutonio también hay que contar. Dependiendo de su volumen, su difusión será mayor o menor.
Este derrame se hizo para habilitar espacio para líquidos aún más radiactivos como el agua que se escapaba del reactor dos. TEPCO, siguiendo con su política de parche, intentó controlar esa fuga gravísima mediante la inyección de hormigón, lo que no funcionó. Un día después trataron de inyectar polímeros absorbentes, lo que tampoco funcionó. Finalmente, se logró controlar la fuga con un compuesto de silicato sódico. Si esto es un éxito, nadie lo puede asegurar. No se sabe si resistirá otro sismo o si no hay otras fugas en la planta nuclear.
Esta agua está altamente contaminada, porque ha estado en contacto con el núcleo o con el combustible utilizado. Si ha arrastrado consigo compuestos procedentes del combustible gastado, la radiactividad podría persistir durante miles de años.
La falta de previsión de TEPCO sigue siendo escalofriante. El vertido voluntario de 11.500 toneladas es porque refrigeró los reactores con agua de mar sin haber habilitado suficiente espacio para almacenarla. Esta agua debería haber sido tratada como un residuo radiactivo y almacenada como tal. Pero el vertido accidental y la falta de espacio obligaron a la evacuación. El bombear el agua al mar es un reconocimiento de que no tenía otra alternativa. Pero estamos casi a un mes del accidente. Se habrían podido construir reservorios para almacenar temporalmente el agua. La variante de echarla al mar fue la peor de todas.
8 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
jueves, 31 de marzo de 2011
FUKUSHIMA FUERA DE CONTROL
En la tragedia de Fukushima hay que leer entre líneas. Escudriñar las confusas estadísticas que la operadora nuclear, Tokyo Electric Power (Tepco), entrega a gotas. Mirar lo que señalan los expertos internacionales; las agencias noticiosas responsables, como Kyodo News; escuchar las aseveraciones de las organizaciones ambientalistas.... y luego sacar conclusiones propias.
La primera es que ha habido una cadena de errores fatales, que aún no termina. A tres semanas de la crisis queda en evidencia que ésta ha sido manejada de una manera caótica, para decir lo menos.
El mundo entero vio como en forma desesperada helicópteros vaciaban agua de mar sobre los reactores, mientras carros cisternas con largas mangueras, intentaban bajar la temperatura de los reactores atómicos en proceso de derretimiento. La pregunta, es ¿en qué manual del manejo atómico aparecen esas acciones para enfrentar una catástrofe de esta naturaleza?. La respuesta es: en absolutamente ninguno.
Otros se preguntan, ¿por que cuando Tepco decidió comenzar a enfriar los reactores con agua de mar, no tomó al mismo tiempo las providencias para obtener agua dulce y continuar el proceso?. Esa descoordinación fue fatal, porque la sal marina se cristalizó en la superficie de las barras de combustibles de los reactores, impidiendo hasta hoy un enfriamiento real. El agua dulce habría ayudado hace más de 10 días a reducir el problema.
Los días pasan y la población japonesa e internacional sigue sin saber cuál es la real proporción de la catástrofe. Las conjeturas continúan, mientras el gobierno y los administradores de los reactores, siguen mostrando una descoordinación que da miedo.
Las advertencia a la población civil también dejan mucho que desear. Tuvieron que pasar más de dos semanas para que el gobierno entregara las mediciones de la contaminación radiactiva del aire, del agua, de la leche y las verduras. Resultados, que no se han entregado en forma sistemática, es decir día a día, como ocurrió en muchos países de Europa central después del desastre de Chernóbil.
Todos podemos ver que las mediciones de la contaminación liberada son esporádicas y contradictorias, señalando majaderamente que no significan peligro para la salud humana.
La verdad es que en Fukushima hay radiaciones que en poco tiempo pueden ser mortales para los seres humanos. Hace un día, datos oficiales de de las autoridades atómicas responsables del Japón, entregadas en forma sibilina, indicaban que basta con que un ser humano se exponga un cuarto de hora a esa radiación, para que, con un cincuenta por ciento de seguridad, fallezca en pocas semanas.
¿Dónde está la verdad?. El Instituto Central de Meteorología y Geodinámica (ZAMG) de Austria asegura que las emisiones de radioisótopos volátiles de yodo y cesio son en la magnitud de la catástrofe de Chernóbil. Por su parte, el Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear (IRSN), de Francia a dos semanas del terremoto estimaba en un dieciseisavo las emisiones japonesas comparadas con las de Chernóbil.
Lo más terrible, aún no se sabe cómo y por donde la radioactividad llega al medio ambiente. Durante días aseguraron que los contenedores estaban intactos. Hoy todo el mundo sabe que no es así.
En los últimos días la situación se ha complicado más, al descubrirse en el suelo plutonio, el más radio toxico de todos las elementos del reactor.
Da la impresión que desde el 11 de marzo los responsables van detrás de los acontecimientos. Nadie sabe el plan para los próximos días, semanas o meses venideros.
Resulta incomprensible, por otra parte, que se nieguen tozudamente a la extensión de la zona de evacuación, por lo menos en un radio de cuarenta kilómetros, considerando el drástico aumento de la radiación local. El yodo 131 supera en más de cuatro mil veces el límite legal. Mientras más lejos esté la gente de la central destruida, más posibilidades tiene de no contaminarse radioactivamente.
31 de marzo de 2011
La primera es que ha habido una cadena de errores fatales, que aún no termina. A tres semanas de la crisis queda en evidencia que ésta ha sido manejada de una manera caótica, para decir lo menos.
El mundo entero vio como en forma desesperada helicópteros vaciaban agua de mar sobre los reactores, mientras carros cisternas con largas mangueras, intentaban bajar la temperatura de los reactores atómicos en proceso de derretimiento. La pregunta, es ¿en qué manual del manejo atómico aparecen esas acciones para enfrentar una catástrofe de esta naturaleza?. La respuesta es: en absolutamente ninguno.
Otros se preguntan, ¿por que cuando Tepco decidió comenzar a enfriar los reactores con agua de mar, no tomó al mismo tiempo las providencias para obtener agua dulce y continuar el proceso?. Esa descoordinación fue fatal, porque la sal marina se cristalizó en la superficie de las barras de combustibles de los reactores, impidiendo hasta hoy un enfriamiento real. El agua dulce habría ayudado hace más de 10 días a reducir el problema.
Los días pasan y la población japonesa e internacional sigue sin saber cuál es la real proporción de la catástrofe. Las conjeturas continúan, mientras el gobierno y los administradores de los reactores, siguen mostrando una descoordinación que da miedo.
Las advertencia a la población civil también dejan mucho que desear. Tuvieron que pasar más de dos semanas para que el gobierno entregara las mediciones de la contaminación radiactiva del aire, del agua, de la leche y las verduras. Resultados, que no se han entregado en forma sistemática, es decir día a día, como ocurrió en muchos países de Europa central después del desastre de Chernóbil.
Todos podemos ver que las mediciones de la contaminación liberada son esporádicas y contradictorias, señalando majaderamente que no significan peligro para la salud humana.
La verdad es que en Fukushima hay radiaciones que en poco tiempo pueden ser mortales para los seres humanos. Hace un día, datos oficiales de de las autoridades atómicas responsables del Japón, entregadas en forma sibilina, indicaban que basta con que un ser humano se exponga un cuarto de hora a esa radiación, para que, con un cincuenta por ciento de seguridad, fallezca en pocas semanas.
¿Dónde está la verdad?. El Instituto Central de Meteorología y Geodinámica (ZAMG) de Austria asegura que las emisiones de radioisótopos volátiles de yodo y cesio son en la magnitud de la catástrofe de Chernóbil. Por su parte, el Instituto de Radioprotección y de Seguridad Nuclear (IRSN), de Francia a dos semanas del terremoto estimaba en un dieciseisavo las emisiones japonesas comparadas con las de Chernóbil.
Lo más terrible, aún no se sabe cómo y por donde la radioactividad llega al medio ambiente. Durante días aseguraron que los contenedores estaban intactos. Hoy todo el mundo sabe que no es así.
En los últimos días la situación se ha complicado más, al descubrirse en el suelo plutonio, el más radio toxico de todos las elementos del reactor.
Da la impresión que desde el 11 de marzo los responsables van detrás de los acontecimientos. Nadie sabe el plan para los próximos días, semanas o meses venideros.
Resulta incomprensible, por otra parte, que se nieguen tozudamente a la extensión de la zona de evacuación, por lo menos en un radio de cuarenta kilómetros, considerando el drástico aumento de la radiación local. El yodo 131 supera en más de cuatro mil veces el límite legal. Mientras más lejos esté la gente de la central destruida, más posibilidades tiene de no contaminarse radioactivamente.
31 de marzo de 2011
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Tokyo Electric Power (Tepco)
viernes, 18 de marzo de 2011
48 HORAS DECISIVAS EN FUKUSHIMA
Si se puede impedir aún el gran desastre atómico en Japón se verá en las próximas 48 horas. A más tardar este fin de semana se sabrá si aún es posible hacer algo en los semi destruidos reactores. „Hacer algo” significa enfriarlos. Si eso no se logra, la catástrofe será mayor.
Aunque la Tokyo Electric Power Company sigue entregando información vaga e imprecisa, la preocupación principal de los expertos internacionales es la situación en que se encuentran las piscinas de combustibles usadas en las distintas unidades.
Se cree que incluso pueden haber llegado a vaciarse por completo.
El combustible gastado, debe mantenerse refrigerado en forma constante en inmensos contenedores con agua. Si no hay agua, se calienta y emite enorme cantidades de radiactividad, especialmente cuando el combustible es una mezcla de uranio y plutonio, como es el caso del reactor 3.
Crítica es también la situación en el reactor 4, que al momento del terremoto estaba desconectado por razones de mantenimiento. La gran cantidad de barras de combustibles se encontraba en piscinas, en las que se presume hoy no hay agua o hay muy poca. El martes pasado se originó allí un incendio y luego una explosion que dejó una gran grieta en la pared del edificio. Al día siguiente, o sea el miércoles, se produjo un nuevo incendio, que destruyó gran parte de la sala del reactor. Desde entonces, dos trabajadores se encuentran desaparecidos.
Si en los próximas 48 horas no se lográ allí elevar el nivel de agua de las piscinas donde se encuentra el combustible atómico utilizado, la liberación de la radioctividad será enorme. Esa es la lucha desesperada que llevan a cabo los helicópteros y los bomberos japoneses.
Si no lo logran, las barras de combustibles estarán prácticamente al aire libre,lo que hará imposible que alguén se acerque. En la práctica no habrá nada más que hacer. „Alea jacta est“.
18 de marzo de 2011
Aunque la Tokyo Electric Power Company sigue entregando información vaga e imprecisa, la preocupación principal de los expertos internacionales es la situación en que se encuentran las piscinas de combustibles usadas en las distintas unidades.
Se cree que incluso pueden haber llegado a vaciarse por completo.
El combustible gastado, debe mantenerse refrigerado en forma constante en inmensos contenedores con agua. Si no hay agua, se calienta y emite enorme cantidades de radiactividad, especialmente cuando el combustible es una mezcla de uranio y plutonio, como es el caso del reactor 3.
Crítica es también la situación en el reactor 4, que al momento del terremoto estaba desconectado por razones de mantenimiento. La gran cantidad de barras de combustibles se encontraba en piscinas, en las que se presume hoy no hay agua o hay muy poca. El martes pasado se originó allí un incendio y luego una explosion que dejó una gran grieta en la pared del edificio. Al día siguiente, o sea el miércoles, se produjo un nuevo incendio, que destruyó gran parte de la sala del reactor. Desde entonces, dos trabajadores se encuentran desaparecidos.
Si en los próximas 48 horas no se lográ allí elevar el nivel de agua de las piscinas donde se encuentra el combustible atómico utilizado, la liberación de la radioctividad será enorme. Esa es la lucha desesperada que llevan a cabo los helicópteros y los bomberos japoneses.
Si no lo logran, las barras de combustibles estarán prácticamente al aire libre,lo que hará imposible que alguén se acerque. En la práctica no habrá nada más que hacer. „Alea jacta est“.
18 de marzo de 2011
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martes, 15 de marzo de 2011
RADIACION NUCLEAR: VIVIENDO CON EL ENEMIGO
El comisario europeo de la Energía, Günther Oettinger, ha calificado de "apocalipsis" el accidente nuclear de Japón y asegura que las autoridades locales han perdido el control de la situación en la central de Fukushima. La radiación puede alcanzar niveles peligrosos para la vida. No sólo para vida humana. Para la vida en general.
Los principales elementos radioactivos liberados en Fukushima son:
Yodo: El yodo en su forma natural es muy importante para el organismo humano. Se encuentra sobre todo en los mariscos y en los pescados. La tiroides es el órgano que procesa el yodo natural. En las reacciones de fisión en un reactor nuclear o en una explosión nuclear surgen los isótopos de yodo radiactivo o yodo-131. Esta sustancia cuando se libera en el medio ambiente es acumulada en la tiroides de los seres humanos, glándula que no puede diferenciarlo del natural.
El yodo radioactivo es una sustancia muy volátil que puede ser rápidamente transportado a largas distancias por el aire. En Chernóbil, en las primeras semanas después de la catástrofe, fue la principal fuente de contaminación de los alimentos, por ejemplo de la leche fresca. La vida media de yodo-131 es de 8,2 días. Después de ese lapso su presencia en el aire se reduce en un 50 por ciento y así sucesivamente.
La repartición de tabletas de yoduro de potasio, conocidas popularmente como pastillas de yodo es para “bloquear” la glándula tiroides de la absorción del yodo radioactivo y prevenir así la aparición de posibles futuros cánceres.
Cesio: Existe en pequeñas cantidades en la naturaleza. Pero el isotopo radioactivo cesio-137 es producido por la fisión nuclear. Después de la catástrofe de Chernóbil, hace 25 años, se escapó al medio ambiente. El mismo que en Japón ya puede estar en la atmosfera o en las aguas evacuadas procedentes del núcleo del reactor, por el desastre nuclear en marcha.
Libre en el entorno es absorbido por los animales y las plantas. Así puede llegar a los alimentos, a las carnes y al pescado, a la leche y a las verduras.
Las altas concentraciones de cesio-137 dañan el tejido muscular y los riñones de los seres humanos. Se distribuye con rapidez por el cuerpo de manera que contamina todo el organismo. Tiene una vida media de 30 años, es decir ese es el tiempo que transcurre para que la cantidad original presente en el medio ambiente se reduzca a la mitad.
Plutonio: Este metal pesado, radioactivo y altamente tóxico, es utilizado como combustible en los reactores nucleares. En la naturaleza existe en ínfimas cantidades, pero surge en cualquier reactor nuclear como un subproducto de la fisión de los átomos de uranio. Su vida media tiene la friolera de 24.000 años. Después de ese lapso su radioactividad se ha reducido a la mitad. Si el plutonio es captado por el organismo puede provocar diferentes tipos cánceres.
Radioactividad: Es la propiedad de ciertos núcleos atómicos para transformarse, sin influencia externa en otros núcleos. Esta energía se emite en forma de rayos alfa, beta o gamma. Es producto de reacciones nucleares en los reactores. La radioactividad no se puede probar, sentir, oler o ver.
La radioactividad puede destruir las células del cuerpo de manera irreversible. El daño depende de la duración, la naturaleza, el tejido afectado y de la intensidad de la radiación. Los expertos distinguen entre los efectos agudos y tardíos. Ya la radiación en dosis bajas puede provocar mutaciones genéticas y por lo tanto causar cáncer a largo plazo, como la leucemia y el cáncer de tiroides. Las dosis altas causan fiebre, náuseas, ardor de la piel y la boca, pérdida de cabello, hemorragias internas y la muerte.
15 de marzo de 2011
Los principales elementos radioactivos liberados en Fukushima son:
Yodo: El yodo en su forma natural es muy importante para el organismo humano. Se encuentra sobre todo en los mariscos y en los pescados. La tiroides es el órgano que procesa el yodo natural. En las reacciones de fisión en un reactor nuclear o en una explosión nuclear surgen los isótopos de yodo radiactivo o yodo-131. Esta sustancia cuando se libera en el medio ambiente es acumulada en la tiroides de los seres humanos, glándula que no puede diferenciarlo del natural.
El yodo radioactivo es una sustancia muy volátil que puede ser rápidamente transportado a largas distancias por el aire. En Chernóbil, en las primeras semanas después de la catástrofe, fue la principal fuente de contaminación de los alimentos, por ejemplo de la leche fresca. La vida media de yodo-131 es de 8,2 días. Después de ese lapso su presencia en el aire se reduce en un 50 por ciento y así sucesivamente.
La repartición de tabletas de yoduro de potasio, conocidas popularmente como pastillas de yodo es para “bloquear” la glándula tiroides de la absorción del yodo radioactivo y prevenir así la aparición de posibles futuros cánceres.
Cesio: Existe en pequeñas cantidades en la naturaleza. Pero el isotopo radioactivo cesio-137 es producido por la fisión nuclear. Después de la catástrofe de Chernóbil, hace 25 años, se escapó al medio ambiente. El mismo que en Japón ya puede estar en la atmosfera o en las aguas evacuadas procedentes del núcleo del reactor, por el desastre nuclear en marcha.
Libre en el entorno es absorbido por los animales y las plantas. Así puede llegar a los alimentos, a las carnes y al pescado, a la leche y a las verduras.
Las altas concentraciones de cesio-137 dañan el tejido muscular y los riñones de los seres humanos. Se distribuye con rapidez por el cuerpo de manera que contamina todo el organismo. Tiene una vida media de 30 años, es decir ese es el tiempo que transcurre para que la cantidad original presente en el medio ambiente se reduzca a la mitad.
Plutonio: Este metal pesado, radioactivo y altamente tóxico, es utilizado como combustible en los reactores nucleares. En la naturaleza existe en ínfimas cantidades, pero surge en cualquier reactor nuclear como un subproducto de la fisión de los átomos de uranio. Su vida media tiene la friolera de 24.000 años. Después de ese lapso su radioactividad se ha reducido a la mitad. Si el plutonio es captado por el organismo puede provocar diferentes tipos cánceres.
Radioactividad: Es la propiedad de ciertos núcleos atómicos para transformarse, sin influencia externa en otros núcleos. Esta energía se emite en forma de rayos alfa, beta o gamma. Es producto de reacciones nucleares en los reactores. La radioactividad no se puede probar, sentir, oler o ver.
La radioactividad puede destruir las células del cuerpo de manera irreversible. El daño depende de la duración, la naturaleza, el tejido afectado y de la intensidad de la radiación. Los expertos distinguen entre los efectos agudos y tardíos. Ya la radiación en dosis bajas puede provocar mutaciones genéticas y por lo tanto causar cáncer a largo plazo, como la leucemia y el cáncer de tiroides. Las dosis altas causan fiebre, náuseas, ardor de la piel y la boca, pérdida de cabello, hemorragias internas y la muerte.
15 de marzo de 2011
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domingo, 13 de marzo de 2011
CRISIS NUCLEAR EN JAPÓN: LO QUE ESTA SALIENDO MAL PUEDE SER PEOR
Lo que ocurre en la central nuclear de Fukushima no es ninguna sorpresa. Todo aquel que se interesa en el tema, sabe que después de un terremoto de esa magnitud puede ocurrir una fusión dando origen a una catástrofe con consecuencias fatales para los seres humanos y el medio ambiente. Otra cosa es que por intereses económicos no lo quieran aceptar.
Fusión nuclear, en sencillo, es el derretimiento, la licuación del núcleo del reactor que por medio de explosiones puede dañar el contenedor de seguridad y liberar a la atmosfera gases y partículas altamente radiactiva.
Si eso llega a ocurrir el panorama se pone negro, muy negro.
Tan sombrío que ya comienza a operar factores sobre los que no tenemos ningún control. Por ejemplo, el viento.
Los japoneses rezan para que el viento sople desde la tierra hacia el mar. Que no gire en dirección a Tokio, la capital de 30 millones de habitantes.
Pero eso es sólo una esperanza. Las agencias meteorológicas niponas indican que el viento que va al mar es débil en estos días; mientras que es fuerte hacia el sur y el oeste. O sea, la posibilidad de que la contaminación radiactiva alcance las grandes ciudades es inmensa.
Tampoco está claro si la crisis ha llegado a su apogeo.
Siguen las fuertes réplicas, que no podemos predecir. Con una infraestructura nuclear ya golpeada y debilitada un nuevo sismo puede significar la fina diferencia entre la vida y la muerte.
Y no estamos hablando de un sólo reactor, sino de tres que están hirviendo en Fukushima. A eso se agrega la reciente declaración de emergencia por la alta radioactividad en la central de Onagawa. La información la entrega la Tokyo Electric Power Company, caracterizada por sus falsedades y culpable de muchos accidentes nucleares en Asia, los que nunca llegan a los oídos de los comunes mortales.
Todo ha salido mal en Japón en los últimos días. Primero un terremoto de 8.9 grados Richter, más de lo que el diseño de la central puede resistir, aunque Jorge Schaulson*, diga lo contrario.
El terremoto hace colapsar el sistema de refrigeración de los reactores al no contarse con electricidad. Entran a operar las bombas refrigerantes alimentadas con diesel, las que sólo sirven hasta que el tsunami las inunda y destruye, cuarenta y cinco minutos después del terremoto.
La esperanza que queda es utilizar un tercer sistema de refrigeración, alimentado por baterías y secundado con maniobras de evaporación, pero que se demuestra insuficiente para enfriar los reactores.
El núcleo del reactor está tan caliente, más de 2000 grados centígrados, que separa el hidrógeno del agua. El oxigeno libre forma una mezcla explosiva que con una chispa provoca la explosión, vista en todo el mundo, que destruye el edificio y deja escapar el gas.
Hasta ahora dicen que los contenedores de seguridad no están dañados y que la fusión del núcleo tiene lugar en su interior.Ojala sea así.
Los próximos días serán una carrera contra el tiempo, ya que hay que enfriar los reactores para evitar una catástrofe mayor. Para ello anunciaron el uso de agua de mar, lo que fuera de parecer una solución „a la chilena“, es puesta en duda en su eficacia por muchos expertos.
Y que significa además la inutilización para siempre de los reactores, cuyo valor es de miles de millones de dólares.
Me gustaría que dijeran algo los políticos como Eduardo Frei*, Sergio Bitar* y Ricardo Núñez*, defensores acérrimos de la opción nuclear. O el biministro Golborne*. O los irresolutos perennes, como Ricardo Lagos*, que por años están con la cantinela de “que no hay que rechazar ninguna opción”, de que “quizás sí o tal vez no”, de “que podría ser”.
Les ofrezco la palabra
13 de marzo de 2011
* Políticos chilenos de diferentes pelajes con el común denominador de ser pro energía nuclear.
Fusión nuclear, en sencillo, es el derretimiento, la licuación del núcleo del reactor que por medio de explosiones puede dañar el contenedor de seguridad y liberar a la atmosfera gases y partículas altamente radiactiva.
Si eso llega a ocurrir el panorama se pone negro, muy negro.
Tan sombrío que ya comienza a operar factores sobre los que no tenemos ningún control. Por ejemplo, el viento.
Los japoneses rezan para que el viento sople desde la tierra hacia el mar. Que no gire en dirección a Tokio, la capital de 30 millones de habitantes.
Pero eso es sólo una esperanza. Las agencias meteorológicas niponas indican que el viento que va al mar es débil en estos días; mientras que es fuerte hacia el sur y el oeste. O sea, la posibilidad de que la contaminación radiactiva alcance las grandes ciudades es inmensa.
Tampoco está claro si la crisis ha llegado a su apogeo.
Siguen las fuertes réplicas, que no podemos predecir. Con una infraestructura nuclear ya golpeada y debilitada un nuevo sismo puede significar la fina diferencia entre la vida y la muerte.
Y no estamos hablando de un sólo reactor, sino de tres que están hirviendo en Fukushima. A eso se agrega la reciente declaración de emergencia por la alta radioactividad en la central de Onagawa. La información la entrega la Tokyo Electric Power Company, caracterizada por sus falsedades y culpable de muchos accidentes nucleares en Asia, los que nunca llegan a los oídos de los comunes mortales.
Todo ha salido mal en Japón en los últimos días. Primero un terremoto de 8.9 grados Richter, más de lo que el diseño de la central puede resistir, aunque Jorge Schaulson*, diga lo contrario.
El terremoto hace colapsar el sistema de refrigeración de los reactores al no contarse con electricidad. Entran a operar las bombas refrigerantes alimentadas con diesel, las que sólo sirven hasta que el tsunami las inunda y destruye, cuarenta y cinco minutos después del terremoto.
La esperanza que queda es utilizar un tercer sistema de refrigeración, alimentado por baterías y secundado con maniobras de evaporación, pero que se demuestra insuficiente para enfriar los reactores.
El núcleo del reactor está tan caliente, más de 2000 grados centígrados, que separa el hidrógeno del agua. El oxigeno libre forma una mezcla explosiva que con una chispa provoca la explosión, vista en todo el mundo, que destruye el edificio y deja escapar el gas.
Hasta ahora dicen que los contenedores de seguridad no están dañados y que la fusión del núcleo tiene lugar en su interior.Ojala sea así.
Los próximos días serán una carrera contra el tiempo, ya que hay que enfriar los reactores para evitar una catástrofe mayor. Para ello anunciaron el uso de agua de mar, lo que fuera de parecer una solución „a la chilena“, es puesta en duda en su eficacia por muchos expertos.
Y que significa además la inutilización para siempre de los reactores, cuyo valor es de miles de millones de dólares.
Me gustaría que dijeran algo los políticos como Eduardo Frei*, Sergio Bitar* y Ricardo Núñez*, defensores acérrimos de la opción nuclear. O el biministro Golborne*. O los irresolutos perennes, como Ricardo Lagos*, que por años están con la cantinela de “que no hay que rechazar ninguna opción”, de que “quizás sí o tal vez no”, de “que podría ser”.
Les ofrezco la palabra
13 de marzo de 2011
* Políticos chilenos de diferentes pelajes con el común denominador de ser pro energía nuclear.
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viernes, 25 de febrero de 2011
GADAFI: DICTADOR MUERTO CAMINANDO
Desde hace más de un mes vemos con alegría desplegarse las fuerzas de la libertad en los países árabes. Primero fue en Túnez, luego el pueblo egipcio lanzó por la borda al dictador eterno. Ahora es el turno de los libios, que a pesar de una sangrienta represión tratan de poner término al peor de los déspotas de nuestro tiempo. Un asesino que no duda en bombardear a su propio pueblo.
¿Quién hace eso para aferrarse con sus garras al poder?. Ni siquiera nuestro criollo Pinochet, se atrevió a tanto, aunque pensó en bombardear la población La Legua,* si aumentaba allí la resistencia contra el golpe.
Pero no todos están muy contentos con este proceso. Las democracias europeas titubean frente a la insurrección libia. Al igual que Obama y Putin muestran una cautela sorprendente frente a los acontecimientos. Francia, Alemania e Italia hacen desde años pingües negocios con Gadafi. No en vano lo recibían y visitaban con abrazos de amistad eterna. Repugna ver en estos días en los canales internacionales a Berlusconi besarlo con efusión y pasear con él en limusina; o a Schroeder sentado en su carpa circense riendo a destajo del dudoso humor del dictador.
Les preocupa mucho más mantener el acceso al petróleo de Libia que los deseos de libertad del pueblo. Les aterra un éxodo masivo de los trabajadores que en los últimos años se fueron a Libia a desempeñarse en el petróleo, en aquellos puestos, para los cuales Gadafi fue incapaz de calificar a su propia población. Frattino el Ministro del Exterior de Italia pinta cuadros apocalípticos si el dictador suelta sus riendas ensangrentadas en el país.
Diferente que en Túnez y Egipto la rebelión en Libia no tiene lugar bajo los ojos del mundo. La censura de internet, la no presencia de periodistas internacionales hacen difícil formarse una idea de los alcances de la guerra civil en cierne. Lo que, sin embargo, está fuera de duda es que en Libia no hay una revolución de las flores y los manifestantes no colocan claveles en los fusiles de los soldados. Sería ingenuo pensar que Gadafi, después de de 40 años de gobernar con el terror estuviera dispuesto a abandonar su puesto pacíficamente.
El pueblo libio, como muchos otros, está sólo en esta lucha final. Al igual que otros pueblos no olvidará que a menudo la historia de la libertad está regada con sangre, violencia y víctimas.
Pero, independiente de lo que ocurra en los próximos días, Gadafi ya es un dictador muerto caminando. Más temprano que tarde, el pueblo tomará su destino en sus manos, y será más espectacular si lo hace sobre la base de sus propias fuerzas.
Si es así tendrá la autoridad moral para encarar a las democracias occidentales, que por muchos años traicionaron sus ideales de libertad y democracia para hacer negocios con el déspota de Trípolis. También podrán mirar directo en los ojos a los Castros, a Chávez y a Ortega que sin disimulo ni vergüenza se solidarizan hoy con el dictador del terror.
25 de febrero de 2011
*Población de Santiago que opuso resistencia al golpe del 11 de septiembre de 1973
¿Quién hace eso para aferrarse con sus garras al poder?. Ni siquiera nuestro criollo Pinochet, se atrevió a tanto, aunque pensó en bombardear la población La Legua,* si aumentaba allí la resistencia contra el golpe.
Pero no todos están muy contentos con este proceso. Las democracias europeas titubean frente a la insurrección libia. Al igual que Obama y Putin muestran una cautela sorprendente frente a los acontecimientos. Francia, Alemania e Italia hacen desde años pingües negocios con Gadafi. No en vano lo recibían y visitaban con abrazos de amistad eterna. Repugna ver en estos días en los canales internacionales a Berlusconi besarlo con efusión y pasear con él en limusina; o a Schroeder sentado en su carpa circense riendo a destajo del dudoso humor del dictador.
Les preocupa mucho más mantener el acceso al petróleo de Libia que los deseos de libertad del pueblo. Les aterra un éxodo masivo de los trabajadores que en los últimos años se fueron a Libia a desempeñarse en el petróleo, en aquellos puestos, para los cuales Gadafi fue incapaz de calificar a su propia población. Frattino el Ministro del Exterior de Italia pinta cuadros apocalípticos si el dictador suelta sus riendas ensangrentadas en el país.
Diferente que en Túnez y Egipto la rebelión en Libia no tiene lugar bajo los ojos del mundo. La censura de internet, la no presencia de periodistas internacionales hacen difícil formarse una idea de los alcances de la guerra civil en cierne. Lo que, sin embargo, está fuera de duda es que en Libia no hay una revolución de las flores y los manifestantes no colocan claveles en los fusiles de los soldados. Sería ingenuo pensar que Gadafi, después de de 40 años de gobernar con el terror estuviera dispuesto a abandonar su puesto pacíficamente.
El pueblo libio, como muchos otros, está sólo en esta lucha final. Al igual que otros pueblos no olvidará que a menudo la historia de la libertad está regada con sangre, violencia y víctimas.
Pero, independiente de lo que ocurra en los próximos días, Gadafi ya es un dictador muerto caminando. Más temprano que tarde, el pueblo tomará su destino en sus manos, y será más espectacular si lo hace sobre la base de sus propias fuerzas.
Si es así tendrá la autoridad moral para encarar a las democracias occidentales, que por muchos años traicionaron sus ideales de libertad y democracia para hacer negocios con el déspota de Trípolis. También podrán mirar directo en los ojos a los Castros, a Chávez y a Ortega que sin disimulo ni vergüenza se solidarizan hoy con el dictador del terror.
25 de febrero de 2011
*Población de Santiago que opuso resistencia al golpe del 11 de septiembre de 1973
martes, 8 de febrero de 2011
¿ENERGIA NUCLEAR EN EL PAIS DE LAS REPLICAS?
(Aerogeneradores en la comuna de Canela. Foto de Gabriel Sanhueza).
Proliferan en estos días entrevistas, artículos y opiniones que abogan con ligereza por la energía nuclear para Chile, sin que haya ninguna mención sobre las enormes posibilidades que nos ofrecen las energías renovables no convencionales y la eficiencia energética.
Sorprenden las aseveraciones, de que el país debe emprender sin duda ni pausa el camino nuclear. No hacerlo –argumentan- sería una tremenda irresponsabilidad.
Sorprende también que aquí se junten políticos de todos los pelajes. Sorprende aún más la ligereza con que se le cataloga de energía “segura y limpia”.
Desde Chernóbil, cuyas dramáticas consecuencias para los humanos y el medio ambiente aún se viven, muy pocos países modernos y democráticos del mundo consideran la energía nuclear como una alternativa segura de provisión de energía. Menos como una energía limpia, ya que produce residuos atómicos de extrema peligrosidad y para los que aún no se tiene ninguna respuesta segura.
El 2007, en Niigata, Japón, después de un fuerte terremoto la central nuclear más grande del mundo, perteneciente a la Tokyo Electric Power (TEPCO) cesó por completo sus actividades.
Sólo dos años después pudo reiniciar sus operaciones en uno de sus 7 reactores. Hasta hoy los otros seis continúan paralizados.
En Niigata, se constató que más de 1000 litros de agua radioactiva fueron vertidos al mar, no un litro y medio, como se dijo al principio. TEPCO, después de dudas, mentiras y vacilaciones, admitió finalmente que el terremoto provocó un desastre: un centenar de barriles de escoria de baja radiactividad resultaron afectados por el terremoto. Admitió también que “sólo” la mitad de los 22.000 barriles almacenados cerca de la central nuclear estuvieron bajo control los días siguientes al accidente. También aceptó que se habían producido emisiones a la atmósfera de "pequeñas cantidades" de sustancias radioactivas como cobalto 60, yodo y cromo 51.
TEPCO reconoció que los reactores fueron diseñados para resistir terremotos, pero sólo, hasta determinada intensidad, inferior a la magnitud del registrado aquel lunes de julio de 2007. El terremoto que afectó las instalaciones fue magnitud 6.8 en la escala de Richter. El terremoto de hace un año en Chile, fue 8.8 en la misma escala. O sea cien veces mayor.
Así se desplomó el último y reiterado mito sobre la seguridad de la industria nuclear: la confiada creencia cientificista, de que es posible construir plantas capaces de resistir todo tipo de terremotos.
En Chile, llama la atención que el principal argumento para defender este tipo de proyectos sea considerarlos la solución inmediata de problemas energéticos “coyunturales”, como la actual estrechez energética que amenaza terminar en racionamiento. Por donde se lo mire, es imposible que siquiera atenúen dicho problema y menos que lo solucionen en el corto, mediano ni largo plazo.
Finlandia, el único país democrático, que construye desde el 2002 una nueva central nuclear, Olkiluoto 3, reconoció hace poco que tiene un atraso de más de tres años. Debía comenzar a generar electricidad en mayo de 2009, pero hace poco el gerente del proyecto, Jouni Silvennoinen, anunció en Helsinki que la inauguración de la planta "podría retrasarse hasta más allá de junio de 2012, que es el plazo actual confirmado por el fabricante de los equipos".
Y lo que es peor, inicialmente, se estimaba que costaría 4.100 millones de dólares, pero ahora ese cálculo aumentó a 7.200 millones, y no está claro cuánto va a costar en definitiva.
En Latinoamérica es lo mismo: los 3 países que han optado por la energía nuclear (Argentina, Brasil y México) han demorado en promedio más de dos décadas para el desarrollo de cada una de sus plantas de energía nuclear, considerando la fecha originalmente programada para entrar en operación versus la realidad. Esto sin considerar los costos de las mismas, que exceden a veces en miles de millones de dólares lo presupuestado.
En Brasil el proyecto Angra I tenía que funcionar el año 1972, sólo lo hizo comercialmente el año 1985. Trece años después de lo planificado.
El segundo proyecto, Angra II, planificado para comenzar en 1983, recién comenzó a operar en el año 2000. Un atraso de 17 años.
El tercer proyecto Angra III iba a entrar en operaciones el año 1984 y aún no lo hace. Ahora aseguran que partirá el 2015, treinta y un años después de lo presupuestado. La ineficiencia de la tecnología alemana, la corrupción y la incompetencia administrativa, hundieron el proyecto y lo convirtieron en uno de los mayores fiascos del Brasil, con un derroche de 12.000 millones de dólares en sus tres décadas de construcción.
En México las dos plantas, Laguna Verde I y Laguna Verde II se han demorado en entrar en operación 18 y 23 años respectivamente.
Por último, Argentina, que posee dos centrales en funcionamiento, Atucha I y Central Embalse tiene problemas con Atucha II, que ha demorado la friolera de 30 años. Estaba programada para entrar en funcionamiento en el año 1982 y en teoría entrará a operar, dicen, a fines del presente año, con un costo extra de cerca de 4.000 millones de dólares más de lo presupuestado.
Si realmente una industria nuclear en Chile demorara menos de 10 años en desarrollarse, tendríamos el record mundial. Pero de nada serviría para superar la coyuntura, que pretende justificar su aprobación.
Es legítima entonces la pregunta: ¿A quién le sirve desarrollar un plan nuclear en Chile?.
Primero a una industria nuclear mundial, que necesita vender su tecnología para financiar el sobreprecio con que hoy opera. El precio del uranio ha aumentado por lo menos 13 veces su valor desde el 2002, los que las hace operar con inmensos costos. Existen 3 países con reservas industriales de uranio (Australia, Canadá y Kazajstán) mineral que en 20 años va a escasear y cuya explotación sólo ha significado dolor y exterminio a los pueblos originarios.
Le sirve también a mega intereses geopolíticos y a la industria militar de muchos países, puesto que con el mismo uranio para la generación de electricidad se puede improvisar en inventos militares múltiples aquí en el sur del mundo.
Le interesa, por último, a diferentes actores de la vida nacional, ya que son proyectos que comienzan con un presupuesto fijo, que suele transformarse en presupuesto ilimitado, con criterios basados en principios como la seguridad nacional, el silencio, el resguardo. Criterios que no pocas veces esconden formas de corrupción que en nuestra sociedad comienzan a aparecer con más frecuencia.
En Chile que dispone de opciones de generación energética menos costosas y que se caracterizan por ser verdaderamente seguras, autónomas y propias, limpias, de futuro y sobre todo sustentables, hablar de energía nuclear, es por decir lo menos, inadecuado obsoleto y peligroso.
Chile es privilegiado por sus posibilidades energéticas, como la biomasa, la eólica, la geotérmica, la solar, las oceánicas y las micro centrales hidráulicas. Si a eso se agrega la eficiencia energética, se tiene un potencial que cubre todas las expectativas de desarrollo por años, y no sólo de Chile, sino de muchos otros países.
10 de febrero de 2011
Etiquetas:
Chile,
energía nuclear,
energías renovables no convencionales
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