Estaba en Berlín a fines de abril de 1986, cuando se produjo la catástrofe de Tschernobyl, a unos 1.000 kilómetros de distancia. Ni siquiera el muro, que rodeaba entonces la ciudad, impidió que la radioactividad la alcanzara en pocos días, silenciosa, implacable, mientras las autoridades minimizaban los alcances de la tragedia.
Fue entonces, cuando descubrí la importancia de las organizaciones no gubernamentales y de la investigación científica independiente. Unos jóvenes científicos del Öko-Institut de Friburgo, fueron los primeros que alertaron a la población de la contaminación radioactiva presente en el ambiente.
Con calma pero preocupados, llamaron a que las personas se ducharan por más de 20 minutos si se habían expuesto a la lluvia que el primero de mayo cayó sobre gran parte de Alemania, también en Berlín. Había que dejar los zapatos fuera de la vivienda. Los niños no debían jugar en las cajas de arena de las plazas infantiles.
El Yodo, el Cesio, el Estroncio, el Xenón y el Plutonio estaban sobre nuestras cabezas.
Sólo entonces los personeros de gobierno se vieron obligados a reconocer la gravedad de la situación.
Hoy, casi 25 años después, la historia se repite. Mientras los incendios forestales arrasan con el suelo radioactivo de Tschernobyl, las autoridades rusas a regañadientes y con desidia reconocen que se queman más hectáreas en las zonas contaminadas por la catástrofe nuclear de 1986, que lo admitido inicialmente.
Alexei Iablokov, ex responsable de ecología en el Consejo de Seguridad de Rusia, advierte, que en caso de fuertes vientos las partículas radioactivas podrían desplazarse centenas de kilómetros y contaminar el noroeste de Rusia, Moscú o Europa Oriental. Y lo peor, ser aspirada por las personas.
El experto en energía nuclear de Greenpeace, Wladimir Tschuprow llama a no minimizar el peligro de la contaminación radioactiva y señala que jamás los incendios deberían haber alcanzado las zonas con contaminadas.
Lo concreto, es que hasta hoy no ha sido investigado como reacciona la radioactividad presente en el suelo ucraniano con las partículas venenosas de los incendios. Un coctel nada saludable, que las autoridades rusas, con su inoperancia, no trepidan en ofrecer a su pueblo
12 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
miércoles, 4 de agosto de 2010
MACHISMO CORRIENTE
La última agresión sexista contra las mujeres chilenas viene del Superintendente de Salud, Luis Romero. En un dudoso sentido del humor no encontró nada mejor que señalar que las mujeres son caras. Al comentar las tablas de factores de riesgo de las Isapres*, que incrementan los precios según el sexo y la edad de los usuarios, textualmente dijo:
"La primera vez que vi las tablas me di cuenta de algo que me había dado cuenta cuando tenía 15 años: que las mujeres salían caras. Y eso es una realidad".
Precoz salió este Lucho. Ya a los 15 años, tenía sus prejuicios y estereotipos sobre las mujeres. ¿Qué experiencia traumática lleva en sí?
Lo dicho, es otra prueba del machismo ordinario que ha impregnado toda la vida a la derecha chilena. Ya Carlos Larrain, presidente de Renovación Nacional, nos dio una triste muestra de ello hace unas semanas, cuando señaló que "las mujeres son más débiles, (Bachelet) necesitaba de un ´gladiador´ que la defendiera, cosa que no sucede con el actual Mandatario, puesto que es hombre".
Pensamientos retrógrados como estos permiten que en nuestro país, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres ganen el 78% del sueldo de los hombres, aunque se desempeñen en el mismo cargo.
Respecto a la salud, arguyen que la mujer tiene la culpa del embarazo y por lo tanto tiene que pagar el costo asociado. Niegan, al mismo tiempo, una contribución solidaria de todos al financiamiento de la salud en Chile.
Lo novedoso y preocupante es que los autores de estos arrebatos de machismo vulgar, no hayan tropezado hasta hoy con un muro de reprobación que les obligue a tragarse sus palabras.
4 de agosto de 2010
Isapre, Institución de Salud Previsional, creadas en 1981, bajo la dictadura de Pinochet, son organismos privados de seguros de salud. Las mujeres en edad fértil y los ancianos pagan una mayor cuota de afiliación.
"La primera vez que vi las tablas me di cuenta de algo que me había dado cuenta cuando tenía 15 años: que las mujeres salían caras. Y eso es una realidad".
Precoz salió este Lucho. Ya a los 15 años, tenía sus prejuicios y estereotipos sobre las mujeres. ¿Qué experiencia traumática lleva en sí?
Lo dicho, es otra prueba del machismo ordinario que ha impregnado toda la vida a la derecha chilena. Ya Carlos Larrain, presidente de Renovación Nacional, nos dio una triste muestra de ello hace unas semanas, cuando señaló que "las mujeres son más débiles, (Bachelet) necesitaba de un ´gladiador´ que la defendiera, cosa que no sucede con el actual Mandatario, puesto que es hombre".
Pensamientos retrógrados como estos permiten que en nuestro país, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres ganen el 78% del sueldo de los hombres, aunque se desempeñen en el mismo cargo.
Respecto a la salud, arguyen que la mujer tiene la culpa del embarazo y por lo tanto tiene que pagar el costo asociado. Niegan, al mismo tiempo, una contribución solidaria de todos al financiamiento de la salud en Chile.
Lo novedoso y preocupante es que los autores de estos arrebatos de machismo vulgar, no hayan tropezado hasta hoy con un muro de reprobación que les obligue a tragarse sus palabras.
4 de agosto de 2010
Isapre, Institución de Salud Previsional, creadas en 1981, bajo la dictadura de Pinochet, son organismos privados de seguros de salud. Las mujeres en edad fértil y los ancianos pagan una mayor cuota de afiliación.
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martes, 3 de agosto de 2010
BONGO ESTA EN EL CIELO
Si cuando te mueres y después hay algo más, estoy seguro que los perros, y no nosotros, siempre estarán en el cielo, jamás alguno irá al infierno.
Ayer por la tarde murió Bongo, un perro lindo que por dos años alegró la vida de Loulou nuestra hija. Lo atropellaron en la calle, en Luis Pasteur, casi esquina de Vitacura.
Si de verdad existe el cielo, creo que el Bongo anda corriendo por allí, saltando, olisqueando todo, persiguiendo lo que se mueve, moviendo la cola, disfrutando la libertad que siempre quiso tener, y echándonos de menos de igual forma que todos nosotros vamos a extrañarlo.
Loulou lo dibuja con alas en el cielo, encima de una nube. La Canela,nuestra otra perra, lo llora y extraña.
Parafraseando a Lord Byron, puedo decir que en alguna parte está Bongo, que fue bello sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos.
3 de agosto de 2010
Ayer por la tarde murió Bongo, un perro lindo que por dos años alegró la vida de Loulou nuestra hija. Lo atropellaron en la calle, en Luis Pasteur, casi esquina de Vitacura.
Si de verdad existe el cielo, creo que el Bongo anda corriendo por allí, saltando, olisqueando todo, persiguiendo lo que se mueve, moviendo la cola, disfrutando la libertad que siempre quiso tener, y echándonos de menos de igual forma que todos nosotros vamos a extrañarlo.
Loulou lo dibuja con alas en el cielo, encima de una nube. La Canela,nuestra otra perra, lo llora y extraña.
Parafraseando a Lord Byron, puedo decir que en alguna parte está Bongo, que fue bello sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos.
3 de agosto de 2010
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miércoles, 28 de julio de 2010
EL PUERTO DE MIS RECUERDOS
Talcahuano*, el puerto de mi niñez, sufre este invierno más que lo habitual. Los cientos de damnificados que viven en mediaguas aprietan los dientes bajo la lluvia, el frío y el viento.
En mis recuerdos el puerto era hermoso. Bajo la dictadura fue destruido por la desidia de las autoridades y la codicia de los reyes de la harina de pescado, el grupo Angelini, entre otros. Durante años se negaron a implementar la tecnología de punta en su elaboración, para así obtener más ganancias, a costa de la salud y el bienestar de los porteños.
En invierno, cientos de niños caminábamos bajo la lluvia y el viento con unas capas café, todas iguales, y provistos de botas negras de goma, chapoteando felices en las pozas de agua.
Recuerdo el rafting que hacían los botes de papel por el río de agua que veloz corría por las cunetas en pendiente.
Estudie en una escuela pública y tuve a profesores inolvidables, como un viejo belga, que violín en ristre me hizo distinguir para siempre a Bach de Mozart y a los dos de Mendelsohn. Me enseñó también la belleza abstracta de las matemáticas.
Estuve en el Liceo Fiscal de Talcahuano, ahora con otro nombre y partido por el terremoto. Allí pasé años mirando por la ventana el mar y el cielo, mientras a lo lejos sonaba monocorde la voz de un maestro malo, que nos leía el libro de historia de Francisco Frías Valenzuela.
Otros, en cambio, como Judith Romo y Estanislao Montoya me inculcaron democracia y civilidad. Recuerdo la ironía fina de Wenceslao Barrera, el “pelao” Barrera, como le decíamos, con la irreverencia de los que veíamos la calvicie como un mal demasiado lejano.
A la salida de clases recorría la playa entre la plazoleta María Isabel y el Morro. En la playa hice mis primeras experiencias científicas, extrayendo la pluma y la tinta de las jibias que se varaban para luego escribir en los cuadernos del colegio.
La prueba de valor era bordear el Morro por su parte más peligrosa. Agarrado de manos pies y dientes, había que avanzar escalando, mientras treinta metros más abajo la espuma del mar y las rocas miraban impávidas nuestras arriesgadas maniobras infantiles.
Llovía mucho en Talcahuano en esos tiempos, pero luego, como de milagro, aparecía el sol y unas nubes gordas, blancas y caprichosas, que iban rápidas por sus caminos en el cielo. De espalda, sobre una roca húmeda, trataba de encontrar figuras y caras en ellas. Así como en la película Amélie, pero donde la pantalla era el cielo entero.
28 de julio de 2010
* Importante puerto pesquero de Chile
En mis recuerdos el puerto era hermoso. Bajo la dictadura fue destruido por la desidia de las autoridades y la codicia de los reyes de la harina de pescado, el grupo Angelini, entre otros. Durante años se negaron a implementar la tecnología de punta en su elaboración, para así obtener más ganancias, a costa de la salud y el bienestar de los porteños.
En invierno, cientos de niños caminábamos bajo la lluvia y el viento con unas capas café, todas iguales, y provistos de botas negras de goma, chapoteando felices en las pozas de agua.
Recuerdo el rafting que hacían los botes de papel por el río de agua que veloz corría por las cunetas en pendiente.
Estudie en una escuela pública y tuve a profesores inolvidables, como un viejo belga, que violín en ristre me hizo distinguir para siempre a Bach de Mozart y a los dos de Mendelsohn. Me enseñó también la belleza abstracta de las matemáticas.
Estuve en el Liceo Fiscal de Talcahuano, ahora con otro nombre y partido por el terremoto. Allí pasé años mirando por la ventana el mar y el cielo, mientras a lo lejos sonaba monocorde la voz de un maestro malo, que nos leía el libro de historia de Francisco Frías Valenzuela.
Otros, en cambio, como Judith Romo y Estanislao Montoya me inculcaron democracia y civilidad. Recuerdo la ironía fina de Wenceslao Barrera, el “pelao” Barrera, como le decíamos, con la irreverencia de los que veíamos la calvicie como un mal demasiado lejano.
A la salida de clases recorría la playa entre la plazoleta María Isabel y el Morro. En la playa hice mis primeras experiencias científicas, extrayendo la pluma y la tinta de las jibias que se varaban para luego escribir en los cuadernos del colegio.
La prueba de valor era bordear el Morro por su parte más peligrosa. Agarrado de manos pies y dientes, había que avanzar escalando, mientras treinta metros más abajo la espuma del mar y las rocas miraban impávidas nuestras arriesgadas maniobras infantiles.
Llovía mucho en Talcahuano en esos tiempos, pero luego, como de milagro, aparecía el sol y unas nubes gordas, blancas y caprichosas, que iban rápidas por sus caminos en el cielo. De espalda, sobre una roca húmeda, trataba de encontrar figuras y caras en ellas. Así como en la película Amélie, pero donde la pantalla era el cielo entero.
28 de julio de 2010
* Importante puerto pesquero de Chile
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martes, 20 de julio de 2010
ENERGIAS LIMPIAS Y SUSTENTABLES
El 67.6 por ciento de los chilenos no quiere que se construyan centrales nucleares en el país. Este porcentaje sube al 74.2 por ciento, si se considera exclusivamente la opinión de las mujeres
Impactante es que el 84 por ciento de los chilenos prefiere que las energías que el país use sean limpias y no contaminen, antes de que sean baratas.
Alegría causan estos resultados del “Estudio de percepciones ciudadanas sobre energía nuclear” encargado por el Ministerio de Energía y dados a conocer hace un par de días, porque muestran el avance de la conciencia nacional sobre los graves riesgos que conlleva la energía nuclear.
Constituyen, además, un buen tapaboca al variopinto lobby atómico criollo que aboga con ligereza por la energía nuclear, sin mencionar las enormes posibilidades que ofrecen las energías renovables no convencionales. Digo variopinto, porque allí se juntan ex altos jefes militares, senadores de todos los pelajes, incluso socialista, hasta uno que otro ex ministro de la Concertación
La radiación solar en el norte de Chile, en un metro cuadrado, alcanza cerca de 2850 Kwh. por día. Si. Leyó bien. En un metro cuadrado por día. Esto equivale al consumo de electricidad anual de una familia de cuatro personas.
Hoy operan en los desiertos del mundo, centrales termo solares que generan electricidad a escala industrial. La tecnología concentra la radiación solar para producir vapor o aire caliente, el que impulsa una turbina convencional que acciona un generador. Para ello utiliza una gran cantidad de espejos que siguen al sol, concentrando su calor en un punto o una tubería y calentando un fluido a grandes temperaturas (entre 300 y 1000 grados Celsius).
En el norte hay miles de kilómetros cuadrados apropiados para instalar estas centrales, que generan empleos y actividad económica, ya que la infraestructura de soporte es de producción local, lo que puede constituir hasta un 60% del valor del proyecto.
Está también la generación eléctrica eólica, que experimenta un rápido crecimiento y surge como una alternativa rentable y viable. A principios del 2009, la capacidad instalada en Chile era de 20 mega vatios (MW). Este año operan seis proyectos con una capacidad de cerca de 170 MW, mientras otras iniciativas, por más de 2.000 MW, están en evaluación ambiental.
La energía solar, la eólica, las pequeñas centrales hidráulicas, la biomasa y la geotermia ofrecen una matriz energética sustentable. Es decir: pasar de la alta dependencia de combustibles no renovables y contaminantes (petróleo, gas natural, carbón) que tenemos hoy a un autoabastecimiento, diversificado y limpio basado en los recursos energéticos renovables.
20 de julio de 2010
Impactante es que el 84 por ciento de los chilenos prefiere que las energías que el país use sean limpias y no contaminen, antes de que sean baratas.
Alegría causan estos resultados del “Estudio de percepciones ciudadanas sobre energía nuclear” encargado por el Ministerio de Energía y dados a conocer hace un par de días, porque muestran el avance de la conciencia nacional sobre los graves riesgos que conlleva la energía nuclear.
Constituyen, además, un buen tapaboca al variopinto lobby atómico criollo que aboga con ligereza por la energía nuclear, sin mencionar las enormes posibilidades que ofrecen las energías renovables no convencionales. Digo variopinto, porque allí se juntan ex altos jefes militares, senadores de todos los pelajes, incluso socialista, hasta uno que otro ex ministro de la Concertación
La radiación solar en el norte de Chile, en un metro cuadrado, alcanza cerca de 2850 Kwh. por día. Si. Leyó bien. En un metro cuadrado por día. Esto equivale al consumo de electricidad anual de una familia de cuatro personas.
Hoy operan en los desiertos del mundo, centrales termo solares que generan electricidad a escala industrial. La tecnología concentra la radiación solar para producir vapor o aire caliente, el que impulsa una turbina convencional que acciona un generador. Para ello utiliza una gran cantidad de espejos que siguen al sol, concentrando su calor en un punto o una tubería y calentando un fluido a grandes temperaturas (entre 300 y 1000 grados Celsius).
En el norte hay miles de kilómetros cuadrados apropiados para instalar estas centrales, que generan empleos y actividad económica, ya que la infraestructura de soporte es de producción local, lo que puede constituir hasta un 60% del valor del proyecto.
Está también la generación eléctrica eólica, que experimenta un rápido crecimiento y surge como una alternativa rentable y viable. A principios del 2009, la capacidad instalada en Chile era de 20 mega vatios (MW). Este año operan seis proyectos con una capacidad de cerca de 170 MW, mientras otras iniciativas, por más de 2.000 MW, están en evaluación ambiental.
La energía solar, la eólica, las pequeñas centrales hidráulicas, la biomasa y la geotermia ofrecen una matriz energética sustentable. Es decir: pasar de la alta dependencia de combustibles no renovables y contaminantes (petróleo, gas natural, carbón) que tenemos hoy a un autoabastecimiento, diversificado y limpio basado en los recursos energéticos renovables.
20 de julio de 2010
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domingo, 11 de julio de 2010
CORAZÓN CELESTE
Uruguay ganó en este mundial de fútbol. No es que sea el campeón, como lo fue en el año 1930 y 1950, pero en el corazón de la gente son unos gigantes.
No fueron cuartos, fueron imponentes, asombrosos.
Tienen razón las calles de Montevideo de llenarse de orgullo. Son los sudamericanos que más ascendieron en esta competencia mundial. Mandaron para la casa a los franceses, a Sudáfrica, el anfitrión del torneo y a Ghana, el último de los equipos africanos en competencia.
Llegaron más lejos que los brasileños y que los argentinos de Maradona.
Los últimos 10 minutos del partido con Holanda, cuando los uruguayos tuvieron la oportunidad de ir al alargue, fueron sin duda de los más emocionantes de este campeonato mundial.
Y esa lucha por el tercer lugar con Alemania. Es cierto que perdieron 3 a 2, pero lo hicieron arrinconando al rival en su propio terreno, hasta el último segundo del partido. Como tiritaban los germanos con cada contraataque charrúa.
Dejaron el alma en la cancha. Como olvidar esa pelota de Diego Forlán, que casi parte el travesaño en dos, cuando el arquero alemán no alcanzaba ni a rozarla.
Eran la Cenicienta de los seleccionados, el Pulgarcito sudamericano pero terminaron transformados en un David. Simbólico porque estamos hablando de un país que sólo tiene tres millones y medio de habitantes.
11 de julio de 2010
No fueron cuartos, fueron imponentes, asombrosos.
Tienen razón las calles de Montevideo de llenarse de orgullo. Son los sudamericanos que más ascendieron en esta competencia mundial. Mandaron para la casa a los franceses, a Sudáfrica, el anfitrión del torneo y a Ghana, el último de los equipos africanos en competencia.
Llegaron más lejos que los brasileños y que los argentinos de Maradona.
Los últimos 10 minutos del partido con Holanda, cuando los uruguayos tuvieron la oportunidad de ir al alargue, fueron sin duda de los más emocionantes de este campeonato mundial.
Y esa lucha por el tercer lugar con Alemania. Es cierto que perdieron 3 a 2, pero lo hicieron arrinconando al rival en su propio terreno, hasta el último segundo del partido. Como tiritaban los germanos con cada contraataque charrúa.
Dejaron el alma en la cancha. Como olvidar esa pelota de Diego Forlán, que casi parte el travesaño en dos, cuando el arquero alemán no alcanzaba ni a rozarla.
Eran la Cenicienta de los seleccionados, el Pulgarcito sudamericano pero terminaron transformados en un David. Simbólico porque estamos hablando de un país que sólo tiene tres millones y medio de habitantes.
11 de julio de 2010
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martes, 6 de julio de 2010
LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES
Confieso que fui a ver la película con la desconfianza típica de todos los que han leído un buen libro, que después es llevado a la pantalla grande. Leído es sólo un decir. El invierno pasado devoré en una semana la trilogía Millennium. Dos mil quinientas páginas de novela negra, escrita en un estilo maestro, que me mantuvo en vela hasta la madrugada.
Cuando cerré la última página, me embargó una pena por la muerte temprana de Stieg Larsson, periodista, de los que hacen falta. Es decir, de los que se comprometen contra todo tipo de violencia que existe en este mundo. Y que además escriben bien.
Luego me dio un ataque de furia, cuando nuestro perro Bongo, se comió la tapa y las primeras páginas de “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”. Lo habría estrangulado con mis manos, como acostumbraba a hacer Ronald Niedermann, el gigante rubio, pero me acordé de que era el regalo de cumpleaños de mi hija Loulou.
Volviendo a la película no me decepcionó para nada. Retrata bastante bien lo que Larsson escribió. La remota isla del norte de Suecia destila esa belleza silenciosa, blanca y fría de la novela.
También está bien logrado, en su tristeza y fragilidad, el anciano y millonario tío, que quiere saber que pasó con su sobrina desaparecida y posiblemente asesinada, hace 36 años.
Y sobre todo Lisbeth Salander, oscura, no sólo de ropas, joven y de una inteligencia superior. Una flaca gótica, rayana en la anoréxia, tatuada, que irradia con su mirada la inmensa desconfianza que siente frente a los hombres.
Una historia que te lleva a los secretos de una familia poderosa, en un argumento lleno de asesinatos, perversiones sexuales, engaños financieros, pasiones y odios xenofóbico. Y también, una cierta frágil y dulce historia de amor entre Lisbeth y Mikael Blomkvist, el periodista detective.
Ahora anuncian en los cines santiaguinos la segunda parte de la trilogía. Creo que esta vez me arrellanaré en la butaca con menos desconfianza.
6 de julio de 2010
Cuando cerré la última página, me embargó una pena por la muerte temprana de Stieg Larsson, periodista, de los que hacen falta. Es decir, de los que se comprometen contra todo tipo de violencia que existe en este mundo. Y que además escriben bien.
Luego me dio un ataque de furia, cuando nuestro perro Bongo, se comió la tapa y las primeras páginas de “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”. Lo habría estrangulado con mis manos, como acostumbraba a hacer Ronald Niedermann, el gigante rubio, pero me acordé de que era el regalo de cumpleaños de mi hija Loulou.
Volviendo a la película no me decepcionó para nada. Retrata bastante bien lo que Larsson escribió. La remota isla del norte de Suecia destila esa belleza silenciosa, blanca y fría de la novela.
También está bien logrado, en su tristeza y fragilidad, el anciano y millonario tío, que quiere saber que pasó con su sobrina desaparecida y posiblemente asesinada, hace 36 años.
Y sobre todo Lisbeth Salander, oscura, no sólo de ropas, joven y de una inteligencia superior. Una flaca gótica, rayana en la anoréxia, tatuada, que irradia con su mirada la inmensa desconfianza que siente frente a los hombres.
Una historia que te lleva a los secretos de una familia poderosa, en un argumento lleno de asesinatos, perversiones sexuales, engaños financieros, pasiones y odios xenofóbico. Y también, una cierta frágil y dulce historia de amor entre Lisbeth y Mikael Blomkvist, el periodista detective.
Ahora anuncian en los cines santiaguinos la segunda parte de la trilogía. Creo que esta vez me arrellanaré en la butaca con menos desconfianza.
6 de julio de 2010
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