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miércoles, 21 de marzo de 2012

EL ORO AZUL QUE SIGNIFICA VIDA

(foto de gabriel sanhueza suárez)

Hace veinte años, durante la Cumbre de la Tierra en junio de 1992 en Río de Janeiro, Brasil, se acordó fijar el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, como una manera de de crear conciencia sobre la importancia de la conservación del agua dulce y la conservación de los recursos hídricos.
Hoy en el mundo hay más de 1300 millones de personas que utilizan agua proveniente de fuentes insalubres y más 2600 millones de hombres y mujeres que no tienen sistemas de limpieza y de alcantarillado. Estas dos cifras equivalen a más del 40% de la población mundial.
Para muchos chilenos esta situación aparece como lejana, como un problema que atañe al continente africano. Nuestra mente se llena de imágenes de mujeres y niños que deben caminar largas distancias para llenar los recipientes y transportarlos sobre sus espaldas. Ignoramos, por ejemplo, los serios problemas de desertificación en diferentes grados que sufre ciertas regiones como la III y la IV.
La desertificación, en sencillo, es un proceso de degradación en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas causada fundamentalmente por factores como el sobrepastoreo y la agricultura intensiva. Hoy se calcula que en nuestro país el 63 por ciento de su territorio es sensible a la erosión y que un millón y medio de chilenos, el 13% de la población, están afectados por este fenómeno. Más allá de las variaciones climáticas, esta situación es causada por el manejo inadecuado de los recursos biológicos, hídricos y sobre todo mineros.
En el norte, la disponibilidad de agua provoca cada vez más conflictos entre las comunidades y los intereses empresariales. La minería del cobre es una actividad económica importante para el país pero es, al mismo tiempo la causante de la escasez de agua en amplios asentamientos humanos. Sólo a modo de ejemplo, el agua de consumo humano, o sea bebida, cocción, lavado, riego y baños varían en Chile entre 130 y 200 litros por día por persona. Esta cantidad equivale a menos del 1.5% por ciento del agua consumida en una empresa minera.
El uso diario del agua en la minera La Escondida, sólo en el transporte de pulpa en los mineroductos, equivale al consumo mensual de 345.876 familias, considerando un promedio normal- de 20 m3. Los más de 6 millones de toneladas de cobre fino producidas por Chile al año utilizan tanta agua como el consumo mensual de 1.600.000 familias.
En otras palabras, la huella hídrica chilena, o sea el volumen total de agua dulce usada para producir los bienes y servicios que consumen personas y comunidades, es ínfima frente a la huella de las grandes mineras.
Por eso es necesario reabrir el debate sobre la Reforma Constitucional del Agua, frenado en mayo de 2010, con el inicio de este gobierno. Se trata de restituir los derechos constituidos originariamente para un uso agrícola, que han sido enajenados por las grandes compañías mineras para un uso distinto, alentados por su alto precio en el mercado y la pérdida de competitividad de la actividad agrícola.
Es necesario también ir a una renacionalización del agua, y terminar con la apropiación internacional del este vital elemento, conocido como el “oro azul”. Endesa y otros intereses internacionales, italianos sobre todo, poseen más del 90 % del recurso. Chile es la segunda reserva de agua dulce del planeta, pero sus habitantes no tienen la propiedad sobre ella.
El año pasado, la justicia acogió un recurso de revisión sobre los derechos de agua del río Baker, hoy en manos de Endesa para el proyecto Hidroaysén. Esa decisión abre una esperanza de que cambie el uso que debe tener el agua en nuestro país. O sea, que no siga favoreciendo los proyectos industriales, que se contraponen con la escasez hídrica para el desarrollo agrícola y, más aún, que ponen en peligro su existencia para el consumo humano.
21 de marzo de 2012

martes, 8 de noviembre de 2011

LA GRAN REFORMA ENERGETICA DE CHILE

(fotografía de gabriel sanhueza suárez)
Una importante contribución a un debate democrático sobre el desarrollo eléctrico de Chile, acaba de hacer un grupo de organizaciones gremiales, académicos, organizaciones ambientalistas y parlamentarios. Destaca la participación de Ximena Rincón, Antonio Horvath e Isabel Allende entre los congresistas; y de Pedro Maldonado y Antonio Márquez entre los académicos. También de las organizaciones ambientales ciudadanas como Chile Sustentable, Greenpeace, el Instituto de Ecología Política y CODEFF, entre muchas otras.
Después de cinco meses de trabajo, este grupo denominado Comisión Ciudadana Técnico Parlamentaria entregó el pasado 7 de noviembre un documento denominado “Chile necesita una gran reforma energética”, que en 136 páginas presenta un número prioritario de reformas estructurales para la seguridad y sustentabilidad del desarrollo eléctrico chileno.
Se plantea una reforma al mercado eléctrico, la diversificación de la matriz energetica para dar seguridad al desarrollo nacional, la inserción de las energías renovables no convencionales (ERNC), así como el fomento de la eficiencia energética, entre otras.
O sea, lo que hay que hacer para terminar con la crisis que afecta al sector, que se expresa en su alto nivel de contaminación, como producto de la generación a partir de carbón y petcoke. Chile es el segundo país en el mundo, después de China, que más ha aumentado en los últimos años sus emisiones per cápita de gases efecto invernadero.
Crisis que también se enuncia en el elevado precio de la energía; en la inseguridad en el abastecimiento por escasez hídrica pero también por estrechez y congestión en los sistemas de transmisión. Aún la ciudadanía espera saber por qué ocurrió el apagón eléctrico generalizado el pasado mes de septiembre. Quizás no hay explicación porque no tienen idea de lo que pasó. Es la impresión que dejan los cantinfleos* que le escuchamos a las altas autoridades, partiendo por el Ministro de Energía, Rodrigo Álvarez.
Y no por último menos importante, crisis que se manifiesta en las permanentes irregularidades en la aprobación y fiscalización de los sistemas de generación y transmisión, así como en la absoluta concentración y falta de transparencia en el mercado eléctrico. No sólo en las irregularidades para la aprobación del proyecto Hydroaysén, sino también en la construcción de la termoeléctrica de Barrancones y en los mega proyectos térmicos de Castilla, los proyectos Campiche, Alto Maipo, Los Robles y Achibueno, pisoteando la voluntad ciudadana, o sea no respetando los derechos ni las aspiraciones de la sociedad chilena.
Contrasta la diversidad de este grupo, que ha hecho un trabajo inédito, que busca cambiar el paradigma eléctrico vigente insustentable y poco democrático, con la turbiedad que muestra la Comisión Asesora para el Desarrollo Eléctrico, CADE, creada el 3 de mayo por el presidente Sebastián Piñera, presionado por las impresionantes movilizaciones ciudadanas. Este grupo de 15 técnicos, en su gran mayoría ex directivos o ex ministros de energía, reciclados en consultores de los consorcios eléctricos dominantes, no ha presentado hasta hoy ni una sola línea de su trabajo.
En fin, “Chile necesita una gran reforma energética” es un documento lleno de propuestas, que ojala los chilenos conozcan y exijan al congreso y al gobierno que se concreten para avanzar a un desarrollo eléctrico justo, limpio, seguro y sustentable.
8 de noviembre de 2011
*Hablar sin decir nada. Decir incoherencias. Viene de Cantinflas, personaje creado por el cómico mexicano Mario Moreno.

sábado, 6 de agosto de 2011

“DO IT THE CHILEAN WAY”: LUMAZOS* EN VEZ DE EDUCACION

Hace un año atrás, me llamaban y escribían amigos y familiares que viven en el extranjero, emocionados por el heroico esfuerzo en rescatar a los 33 mineros enterrados vivos.
Nunca Chile había tenido un rostro tan positivo. El mundo entero nos veía como un país serio, eficiente, con inventiva, pero sobre todo, como un país profundamente humano y solidario con sus trabajadores accidentados. Eran los días gloriosos del „hazlo a la chilena“.
Fue esa imagen la que hizo ironizar al documentalista de Estados Unidos Michael Moore: “la próxima vez que tengamos un derrame en el Golfo de México, llamemos al Gobierno de Chile. Sabrá qué hacer".
Por supuesto, que como muchos ven el mundo y la vida con las antiparras de la economía, hasta se calculó cuánto habría costado tener esa imagen a través de una campaña publicitaria: la exposición en TV, portadas de diarios, internet y radio en el mundo, como la que tuvo Chile, habría significado entre 1.000 y 2.000 millones de dólares.
Todo ese inmenso capital intangible, que nos conectaba positivamente con un mundo globalizado está siendo destruido rápidamente por el gobierno de Piñera.
Primero fue la aprobación del proyecto HidroAysen, sin considerar su impacto ambiental en uno de los últimos territorios vírgenes del planeta. Prácticamente todas las opiniones en el extranjero señalan que el proyecto, calificado incluso como obsoleto y primitivo, es un desastre para la Patagonia chilena. La guinda de la torta la colocó el editorial del The New York Times, que indica que la construcción de las represas significará un “daño irreparable” para el medio ambiente.
En estos días, el mundo no entiende que el estado chileno no asuma la educación como su principal responsabilidad. Es incomprensible, para un uruguayo, un francés o un finlandés, que las familias tengan que pagar gran parte del costo de la educación de los niños y que por ello la calidad de la misma dependa de sus posibilidades económicas.
¿Cómo entender, que en los años sesenta, cuando Chile era ocho veces más pobre tenía educación pública financiada por el estado?.
Duele, aunque sea verdad, que escriban que en nuestro país existe un apartheid educativo. Donde los pobres tienen menos chance que los ricos. Un país donde los niños pobres se educan en escuelas de baja calidad en „escuelas basurero“ y los ricos en escuelas de alto nivel.
En Chile, escribe un periódico suizo, la separación socio económica de las escuelas es la mayor del mundo. Por eso, agrega, la UNESCO apoya la exigencia de los estudiantes, de los profesores y de toda la sociedad por un derecho a una educación de calidad para todos, independiente de sus ingresos económicos.
La violenta represión policial de los últimos días tampoco ayuda a nuestra imagen internacional. “Prügel statt Bildung“, lo que en chileno sería „lumazos en vez de educación“, titula el Frankfurter Rundschau, uno de los periódicos más importante de Alemania. Otras publicaciones recuerdan cuando Pinochet sacaba a miles de policías a la calle para reprimir el creciente descontento popular.
Hasta el „ollazo“** del pasado jueves –decir cacerolazo siempre me ha parecido cursi- es recordado con reminiscencias por diferentes publicaciones latinoamericanas y europeas. Como escribió aquel barbudo famoso, parece que en mi país la historia se repite una vez como tragedia y luego como comedia.
6 de agosto de 2011
*Chilenismo, golpe dado con bastón policial, hecho de madera de luma, particularmente dura.
** Manifestación de descontento, golpeando acompasadamente ollas, cacerolas y otros utensilios domésticos a una hora acordada de antemano.